Con este pan de espelta con nueces te demuestro que preparar pan en casa no es tan complicado como parece. Es cierto que hay algunas recetas más laboriosas que otras, pero la de hoy es una de esas recetas de pan perfectas para principiantes.
Como verás a continuación, preparar esta receta es tan sencillo como mezclar todos los ingredientes (sin amasar ni nada, solo mezclar), dejar reposar la masa ¡y al horno! no me dirás que no es de lo más fácil.
El resultado es un pan con mucha miga, crujiente por fuera y aromático gracias a las nueces. Con una rebanada de este pan seguirás rebañando el plato aunque ya no quede salsa, te lo aseguro. A nosotros nos encanta con un buen chorro de aceite de oliva virgen extra con un toque de guindilla y unas rodajas de tomate. No le hace falta nada mas para brillar.
En esta ocasión yo he puesto nueces, pero puedes añadir cualquier fruto seco, semilla o hierba aromática que te guste. Un ejemplo de ello es este pan de tomate desecado, ajo y perejil.
Ingredientes para el pan de espelta con nueces:
- 300 gr de harina de espelta
- 200 gr de harina panificable
- 300 gr de agua
- 8 gr de sal
- 6 gr levadura liofilizada
- Un puñadito de nueces ligeramente picadas
Elaboración del pan de espelta con nueces:
En un cuenco amplio mezclamos la harina panificable y la de espelta junto con la sal. Agregamos el agua (a mi me gusta ir añadiéndola poco a poco, pues cada harina absorbe diferente cantidad de líquido), la levadura y las nueces ligeramente picadas. Mezclamos bien hasta obtener una masa elástica.
Colocamos la masa en un cuenco que previamente habremos engrasado con aceite de oliva y tapamos con un paño limpio y seco. Dejamos reposar a temperatura ambiente entre hasta que haya doblado su volumen. El tiempo dependerá de la temperatura ambiente y de la humedad; en verano nos llevará unas 2 horas, mientras que en invierno pueden ser 4 o 5.
Pasado este tiempo hacemos unos pliegues al pan y dejamos reposar un par de horas más. Hacerlo es muy fácil, imaginaremos que estamos doblando una sábana. Aplanamos un poco la masa con las manos y la doblamos unas 4-5 veces sobre sí misma. Si vas muy justo de tiempo puedes prescindir de este paso; no es obligatorio pero es recomendable.
Espolvoreamos la bandeja de horno con un poco de harina para que el pan no se pegue a ella. Boleamos la masa, dejando los pliegues hacia abajo y dejamos reposar otro par de horas el pan en la bandeja. Lo tendremos tapado con un paño de cocina limpio y seco.
Con una cuchilla afilada hacemos unos cortes al pan, en esta ocasión yo he dibujado una especie de cuadrícula, pero puedes simplemente hacer un corte de lado a lado. No debemos hacer los cortes muy profundos, pues durante el horneado se acentuarán.
Precalentamos el horno a 250 ºC y colocamos una fuente con dos dedo agua en la parte inferior. Esto nos proporcionará vapor dentro del horno, que nos ayudará a conseguir que la corteza sea muy crujiente. Durante el horneado se evaporará toda o gran parte del agua, es normal.
Introducimos el pan en el horno durante 15 minutos, bajamos la temperatura a 180 ºC y dejamos unos 30-40 minutos más o hasta que el pan esté listo. Cuando lo esté, sonará a hueco si le damos unos toques por debajo; si por el contrario está crudo, lo notarás blando por debajo.
Sacamos el pan del horno y lo dejamos enfriar sobre una rejilla.
Yo dejo la fuente con agua dentro del horno hasta que se ha enfriado por completo, para evitar posibles quemaduras.